Un último retrato es un trabajo que ahonda en el proceso de duelo anticipado (aquél que se inicia antes de la muerte física) y muy especialmente en el intento por construir imágenes que muestren la compleja dualidad de presencia y ausencia del ser querido que se crea en la antesala de la muerte. El proyecto aborda el concepto de la muerte como un proceso, alejado de la idea de muerte como instante.

El uso del transfer sobre tela, a modo de sudario, establece un símil conceptual y formal con la Sábana Santa, con la diferencia de que éste es un sudario múltiple que no muestra sólo el rostro final sin vida sino las distintas caras de la muerte (emocional, psicológica y también física) y que se reflejan a través de la selección de entre cientos de imágenes realizadas a lo largo de la fase terminal de la enfermedad. Los rostros en las telas aparecen desdibujados como conjuntos de manchas y fragmentos en los que se intuyen no sólo el rostro de la enfermedad y su deterioro sino muy especialmente de la medicalización del proceso de morir y del sufrimiento vinculado al mismo.

Las imágenes desvanecidas de los sudarios son invertidas en una transformación de negativo – positivo ofreciendo una aparente mayor visibilidad de la imagen pero que se muestra alterada por el propio proceso creativo en lo que pretende ser una metáfora de la invisibilidad de estos largos procesos del morir tanto para el moribundo como para los seres queridos, así como de las heridas físicas y psicológicas tras numerosos ingresos hospitalarios. Las imágenes translúcidas y oscuras se revelan como pequeñas luces que muestran tímidamente espacios ocultos de dolor en nuestra sociedad contemporánea que relega tanto socialmente como legalmente este tránsito al silencio del hospital.

Para dar visibilidad a estos rostros del sudario se emula el procedimiento que utilizó Secondo Pia en 1898 para descifrar la imagen que escondía la Sábana Santa, fotografiándola y utilizando el negativo como vía para mostrar la imagen positiva. Por tanto, Un último retrato se transforma en una exploración del medio fotográfico y de su capacidad para mostrar lo invisible y ocultar lo visible mediante la dualidad positivo/negativo: fotografía digital (positiva), transferencia mediante grabado sobre tela (negativo) e imagen negativa a partir del negativo de gran formato (positiva) transformada en un positivo que deja entrever la realidad de la imagen.

El proyecto, por tanto, se convierte en un intento por dar luz a unas imágenes que no quieren ser vistas porque nos hablan de la muerte más silenciada y temida: la muerte no como instante sino como proceso elástico y duradero previo a la muerte final.